Hoy todo parece caber en una pantalla. En la retícula de la plataforma Zoom podemos ver, en pequeños cuadros, a nuestros grupos de familiares, amigos, compañeros de trabajo, conferenciantes, etcétera, en una relación interactiva: audioveo y me audioven. Eso sí, nada táctil, salvo el contacto con el teclado y el mouse —por lo menos acariciamos algo; anestesia en lo relativo al olfato y el gusto.