Frente a una larga tradición idealista ante los temas del arte, el crítico y teórico Juan Acha (Sullana, Perú, 1916-Ciudad de México, 1995) propuso una visión estrictamente materialista: no el arte como “manifestación suprema del espíritu” y cuestiones así, sino como un tipo especial de producción y consumo humanos. Sobre esta base, dejó claro que las producciones estéticas están estrechamente vinculadas al resto de los procesos productivos, económicos, sociales c ideológicos, y por eso se ven afectadas por ellos; pero también que esas producciones estéticas pueden participar en la transformación de lo social.
Una de sus aportaciones más significativas fue la preocupación por lo latinoamericano. En ese sentido, resaltó la importancia de conocer y valorar nuestras propias producciones estéticas, sin caer en localismos ni chauvinismos inútiles por estar afincados en posturas culturalmente conservadoras o tradicionalistas. Para ello impulsó el tejido de redes entre nuestros países a través de exposiciones y debates teóricos fundamentales que problematizan en la idea de identidad (nacional o regional) como esencia inmutable, pero que puede ser ocultada o pervertida por el colonialismo cultural de las metrópolis.