El arte digital es objeto de reflexión de la autora, quien nos lleva a preguntarnos acerca de su valor y contenido estético, a la vez que nos muestra el campo semántico que esta producción ha abierto, modificando viejas perspectivas de análisis. Cuatro hipótesis recorren el texto: el paso de un sistema cerrado a otro polisémico con las paradojas que ello implica; el tránsito de una estética del objetivo a una estética de proceso, ya que “la obra terminal se vuelve una proposición abierta”; la alteración instantánea, “duración de instantes sin duración en un cambio sometido a la del cambio”, y la aparición de lo virtual como la representación de la vivencia no vivida.