Revelada en la imaginación como el cuerpo de una mónada o descubierta a través del microscopio electrónico en la forma de una molécula. Asumida en mandalas, cuencos y laberintos; en semillas y entidades orgánicas, la esfera para Yvonne ha sido una forma pero, sobre todo, un concepto recurrente. El autor percibe su trayectoria como un continuo discurrir por esa esfera en busca del centro; del centro abstracto e inalcanzable que es también el centro concreto y múltiple que se puede ver y acariciar. A través del conocimiento, de la sensualidad, de la experimentación del vacío, Yvonne busca en el orden de la realidad ese centro que, de acuerdo con Carl Sandburg, quizá sólo sea una sospecha que se encuentra en algún lugar de la mente. Pero lo trascendente de la obra de esta artista es habernos proporcionado una sorprendente ficción, que es de las más consistentes y seductoras en el campo de la escultura mexicana de las últimas décadas.