En 2006 se desarrolló en Oaxaca un intenso movimiento social que nos conmovió profundamente y en el cual todos los habitantes de la ciudad nos vimos involucrados. Este movimiento fue acompañado de una profusión de pintas, grafitis, esténciles, monigotes y otras expresiones plásticas, imágenes que manifestaron la rebeldía del pueblo oaxaqueño. Estos comunicados recorrieron el mundo “en vivo y en directo” vía los medios masivos e internet, otorgando una poderosa imagen al movimiento y dejando testimonio del mismo. Como artista y coleccionista e imágenes políticas, el autor observó la importancia de las mismas, no como expresiones artísticas independientes, sino vinculadas con el movimiento social; en este sentido, su experiencia como productor de propaganda gráfica en el 68 le permite relacionar ambos movimientos y observar la rebelión oaxaqueña como continuidad de la disidencia política mediante imágenes en el México contemporáneo.