Un personaje poliangular protagonizó durante más de seis décadas la conflictiva modernidad en el México del siglo XX: David Alfaro Siqueiros. Trayecto vital, caleidoscópico, la simultaneidad de sus movimientos se proyectan sobre una multitud de prácticas y las desborda, la conduce a sus extremos y las subvierte, para precipitar así el futuro de nuestro país, el del arte, el de la humanidad. Animan a Siqueiros los grandes impulsos revolucionarios: socialismo, internacionalismo, humanismo; la vertiente por la soberanía nacional-popular del proyecto de la llamada Revolución mexicana, la mística positivista que exalta el valor del progreso en los medios de producción artísticos presente en ciertas vanguardias y que de algún modo entronca con la valoración marxista de los medios de producción.