Cuando Miguel Salas Anzures fue nombrado jefe del Departamento de Artes Plásticas del inbal en agosto de 1957, la política cultural del Estado mexicano estaba dirigida, entre otros aspectos, a promover la modernidad artística, aun con riesgo de desatar inconformidades en los grupos que se inscribían en el realismo; es decir, los tiempos apuntaban a una neocolonización, al imitar la expresión artística de los países en desarrollo. Sin embargo, no era posible abandonar por completo las manifestaciones plásticas que habían dado reconocimiento y prestigio a México en el exterior, con sus artistas más renombrados y su producción mural, como lo indica la creación de lo que sería el centro de restauración del inbal en 1958, planeado por Fernando Gamboa cuando fue subdirector general.