La obra de Kati Horna propone una manera cotidiana de captar la realidad. El tipo de acercamientos que efectuó hacia su entorno, en palabras de Ida Rodríguez, “conserva un sentido de ironía y familiaridad que responde al contacto de la fotógrafa con el devenir humano, con el drama del desamparo”, cargado siempre de una forma de humor particular que caracteriza su producción. El enfoque personal de esta fotógrafa, espontáneo y humano, consigue captar lo sustancial de la escena y con su respuesta intuitiva logra que lo transitorio se vuelva eterno y mágico. Aplicó a las técnicas propias de su oficio los recursos inagotables de su fantástica mirada, para proponer una transposición de conceptos y recrear nuevas visiones de la realidad.